El Templo de Atenea Niké, o Atenea Victoriosa (Αθηνάς Νίκης), conmemora la victoria sobre los persas en la Batalla de Salamina(448 a. C.). La idea de su construcción en la Acrópolis de Atenas, surgió en el 449 a. C., tras la paz con los persas. Sin embargo, Pericles se opuso a la construcción del mismo y no se comenzaron las obras hasta el 421 a. C., comenzada ya la Guerra del Peloponeso (431-404 a. C.).
El proyecto se encargó a Calícrates (Καλλικράτης), arquitecto que también colaboró en la construcción del Partenón, junto con Ictino, quien diseñó un templo de orden jónico que tuvo que adaptarse al pequeño espacio que se le asignó: un bastión (torreón) de los Propileos, que domina la subida a la Acrópolis.
En su interior hubo un xoanon, imagen de Atenea personificada como Niké, o diosa alada, símbolo de las victorias navales, a la que se cortaron las alas (áptera significa sin alas) para que nunca pudiese abandonar la ciudad. Pero el templo no estaba destinado a grandes reuniones, para eso tenía enfrente un altar que permitía celebrar ceremonias al aire libre.
El templo en su estado actual ha sido fielmente restaurado, pero ha perdido parte del entablamento, la cubierta y los frontones.
El alzado del templo (de 8 metros de altura): sobre la plataforma escalonada o crepidoma, se asientan los muros y las columnas jónicas de mármol compuestas de basa, fuste monolítico con acanaladuras de ángulos matados y capitel con volutas. El entablamento consta de un arquitrabe de tres bandas, un friso corrido que tuvo una decoración mitológica alusiva a las Guerras Médicas y una cornisa, sobre ella los frontones dedicados a Atenea.
La planta, de muy pequeñas dimensiones, es propia de un templo anfipróstilo-tetrástilo, en el que tanto el vestíbulo delantero (pronao) como el trasero (opistodomos) se convierten en pequeños pórticos. La cella o «sala de la diosa», es cuadrada (4 x 4 metros). Es, por tanto, un templo muy pequeño, de dimensiones humanas; muy armonioso en sus proporciones. Todas las medidas están matemáticamente estudiadas para dar esa sensación de esbeltez, a pesar de su escaso tamaño.
El friso del templo, que representa a Atenea, Zeus y Poseidón ayudando a los atenienses, es sin duda un intento de elevar la moral de la ciudad, que en aquellos años estaba sumida en otra contienda que acabaría perdiendo, la Guerra del Peloponeso. Asimismo, el parapeto del bastión sobre el que se alza el edificio fue decorado con relieves (entre ellos el de Atenea atándose la sandalia) intentando expresar la determinación por la victoria que nunca llegó. Este paramento, obra de la escuela de Fidias muestra sus principales características, como los paños mojados (ya esculpidos al trépano) o figuras divinas (como la propia Atenea) en acciones «cotidianas» como atarse una sandalia, que demuestran el alejamiento del idealismo del primer clasicismo.